La sombra del burro
Un hábil comerciante contrató los servicios de un arriero y
de su burro para transportar su mercadería por el desierto.
—Es muy ardiente este sol y no se vislumbra ningún oasis
para aplacar la sed —pensó el comerciante, dando muestras de agotamiento.
Entonces el mercader, falto de fuerzas, se sentó en el suelo
para tomar un respiro a la sombra del jumento.
El dueño del burro, no menos achicharrado, lo empujó con
violencia para hacerse sitio, diciéndole:
—Yo te alquilé el asno para llevar tu carga, pero si quieres
disfrutar también de su sombra, necesitamos hacer nuevo contrato.
MORALEJA:
Para el ambicioso y loco, todo cuanto recibe es poco.
No hay comentarios:
Publicar un comentario